Wednesday, April 28

Voy y vengo

La comprensión y el sentido de afinidad emocional se desprende en cada persona, en última instancia, de las vivencias propias y la personal aprehensión que reviste, en cada ser humano, una única y particular apreciación de la realidad que le rodea. El ejercicio de la comunicación es pues, al mismo tiempo, una confrontación de las percepciones que cada cual tiene de esa realidad objetiva, determinada por su participación en ella en el pasado. Integra a las personas como "miembros" y potenciales modificadores de las condiciones materiales en que la su realidad individual y la realidad objetiva se desenvuelve (e incluso de las percepciones y/o actitudes de otros respecto de la misma esfera fenoménica), y a la ves les excluye de ella al mismo tiempo que opera el engranaje de la fetichización cósica, particularmente sobre las emociones, las ascepciones morales, el sentido de propiedad y la pérdida de los usos y costumbres culturalmente determinados.

En la medida en que la alienación de las cualidades concretas de la personalidad progrese, en razón de esta progresará el caractér transitorio de interacción a confrontación cuando el ejercicio de la comunicación sea llevado a cabo. En tanto mas uno tenga arraigada la idea que Dios es una cosa, objeto de reproche y retroalimentación ostracista subsumida por la idolatría, tanto más dificil le será interactuar en un mismo canal con individuos que le tengan en un plano puramente espiritual. O, por ejemplo, si el sentido de propiedad se encuentra tan exacervado en las relaciones sociales de X, Y, que las tiene bien definidas únicamente en la esfera de la relación Sujeto-Objeto, tendrá dificultades para permitir que su tiempo, por ejemplo, sea acaparado por una cuestión que obedece directamente a esta cualidad de X trastocada por su desenvolvimiento previo y el contexto de sus relaciones con su nucleo básico familiar, en términos afectivos, sociológicos y económicos.

De aquí se desprende que, para algunos, la vida no sea otra cosa que la existencia que transcurre en un vaiven de altibajos y de momentos. Simple y llanamente la dialéctica de las relaciones sociales, y el contexto de las relaciones establecidas por el hombre para interactuar con la objetividad natural material que le rodea, puede ser concebida como un ciclo interminable. Para otros, cada instante es una oportunidad, por lo general desperdiciada, de trascender ese infinito ciclo de desventuras y encantadores placeres, y limar asperezas entre nosotros mismos y para con la madre tierra, definiendo así el nuevo curso de la historia, que hasta ahora no logra superar el patrón de desenvolvimiento social tipificado por la dominación y la violencia, la opresión y la subsunción, la explotación del hombre por el hombre, la barbarie y la completa ausencia de conciencia humana en el ente social: La época de la incomprensión.
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"Si habláramos de filosofía ideal, considerar a Dios como creador del género humano y, segundo, reconocer los fines que Él ha dictado para el hombre. No se necesitaría nada más, pues con base en esto solamente, el hombre sería capaz de establecer reglas de conducta para orientarse en el camino de la vida.

Pero uno podría preguntarse: ¿Que pasaría si, conforme el hombre recorre ese camino, comprobara que cada una de las reglas que elige estuviera equivocada? ¿Que tal si esas reglas suyas -aunque se hubieran concebido muy lógicamente- lo llevaran por entre zarzales y espinos, en tanto que los hombres que las desobedecieran caminaran felices sobre pétalos de rosas? Si eso sucediera ¿no se justificaría el abandono de esas reglas?, ¿el nadar como va la corriente, en lugar de luchar contra ella?

No. Hay que cuidarse de tales razonamientos erróneos. En la base de la filosofía radica la verdad, y esta es absoluta. Si no logramos entender la verdad y el plan infinito de Dios, no debemos culparlo a Él, sino a nuestra poca inteligencia."

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"Los vínculos que nos unen a una persona resultan santificados cuando se pone en el mismo punto de vista que nosotros para juzgar una de nuestras tareas"

"Nuestros deseos se ponen trabas mutuamente y en la confusión de la vida raras veces una dicha corresponde exáctamente a aquel que la había reclamado"
Marcel Proust

Monday, April 12

Minueto

Mientras se derramaba la espesa tintura por el filo de la mesita de estar, esta antagonía buscaba los confines interestelares de mis entrañas, que aprisionaban un arraigado esbozo de incomprensión y frugalidad revestida de pañuelos de seda y petalos de fragante rosa que el soplo de una noche húmeda de abril alborotaba indeseablemente Todos esos rostros palidecían e imploraban por una sonrisa de complicidad, y podría jurar que la insolencia al pisar el freno casi me provocaba nauseas y mareo.

Decidí, impulsado por palpitaciones inconsistentes y contrariadas en mi pecho, entablar un díalogo con mis demonios, adiestrar el temple y buscar la calma con el propósito de no descansar hasta sentirme dominado por ella. Tal fue mi anhelo que abstraje mi conciencia hasta que tus brazos rodeaban mi espalda y mi nuca en un instante que rompío cadenas y desató nudos. No me juzgaste ni cuestionaste la efusividad con la que respondí a tu acongojo, sino todo lo contrario...

La idea de perfección aún abarca mi frente, realmente me abraza, me arrulla suavemente con un susurrar de palabras que, en tus sueños, desearías justo que mi boca pronunciara, y que, mas sin en cambio, mi mente repite a cada instante que se eterniza en la profundidad de nuestras aguas, esperando que el resplandor de mis ojos algún día pueda aclarar un poco tu panorama de sensaciones magenta y púrpura para que mi sol sea capáz de iluminarte un nuevo amanecer, tal cual como lo graficaste en tus fantasías...

-"Cada hombre es un misterio único"
Friedrich Wilhelm Nietzsche

Thursday, April 8

El cazador

Solía siempre ganarle la carrera al amanecer, y para entonces haberse zambullido ya en lo profundo del bosque, para que los primeros aires que respirara le embriagaran los pensamientos de instinto y frialdad. Después de lavarse la cara y las manos se disponía en ocasiones a poner el agua para café y de cuando en cuando, si se encontraba perturbado o preocupado. Aquella mañana se levantó del lado izquierdo de la cama, e inmediatamente después de una parada en el baño metió una mano en el ropero de madera. Los alrededores de la manija para deslizar la puerta del armario habían sido presa de las termitas cuando, por meses descuidó la cabaña y sus alrededores y, decidió emprender el camino para poder tomar un baño en aquel manantial al que se refería su bisabuela en las lejanas tardes de su adolescencia, después de la comida, frente a la chimenea de esa hermosa casa de descanso. Encontró una camiseta ligera de algodón, atirantada, con la que vistío su frágil espalda, y se cubrió después con la misma camisa roja y verde a cuadros que desde hace años le acompañaba en sus incursiones. Por un momento suspiró al recordar como los caireles castaños que medio escondían el perfil de la pequeña dama que le había llevado a visitar el cielo y el infierno en un instante, y de pronto la añoranza cargada de indiferencia le abofeteo en señal de conocida de advertencia. Cuando su mente regresó a él, descolgó del perchero el gorro de lana con visera; se cuidó de desatarle el nudo ciego para que las orejeras le cubrieran las patillas del poco cálido clima de la montaña, así como de anudar bien los hilos de sus botas incansables.

Y en ayunas salío a cazar...

Le dolía el alma, pero sentía queesa herida que le había atravesado las entrañas, la cual no podía ocultar al momento de amar, iba cerrándose paulatinamente, así como cuando después de que una tupida pradera fue enteramente arrasada, consumida y calcinada por las brasas del fuego, la humedad y la vitalidad de la atmósfera, o al menos lo febril e inefable de ésta, le lleva a través de los años a reverdecer y convertirse en un edén de vida natural, donde los pajarillos vuelan y en sus árboles anidan, donde el pasto crece hasta llegar mas allá de tus rodillas y la polvareda ya no irrita mas los ojos y la garganta. Percibía que su propia naturaleza era bondadosa con él porque él había dejado de comportarse como antes necesitaba hacerlo.

Así, perdido en la claridad de la neblina, desempañaba los cristales de su esencia y la redescubría a cada momento, la cortejaba como a la mujer que amó intensamente. Y aún a pesar de aquel vacío, estaba seguro que no estaba solo y que el esfuerzo sería arduo si quería llevar esa vida que anhelaba adelante. Había encontrado, después de tanto tocar a la puerta se encontró a sí mismo desnudó del espíritu y sus emociones expuestas. En esa mañana, por fin, despertó seguro de estar haciendo lo correcto, y comprendió que las circunstancias son eventualidades que muestran distintas sendas por recorrer, veredas por conocer y algunas rutas que , se lo quiera o no, se han de truncar. El ideal de perfección fluyó hacía fuera de sus principios como fluye un caudaloso río que desemboca al mar, y la comprensión y paciencia con que ella le escucha se ha llevado lejos la aprehensión de que este cortometraje, género melodrama-tragedia-comedia-suspenso llamado vida, no es sino una telenovela en la que no siempre se puede actuar y fingir, y que por temporadas el vaivén de todo el cuerpo al ritmo de la música simplemente fluye y se escapa por los poros tan intensamente que es justo tomarse un instante a contemplar como todo reverdece, como es que todo pasa y, aún así, todo permanece tal cual.

Se inclinó y agradeció por la aparente época sin pena ni gloria que le toco saborear, y por la pequeña vida que disfrutaba, porque ahora la soledad había pasado de ser un suplicio a un ansia que le hacía respirar rápida y profundamente. Se encomendó a sus propias capacidades, implorando poder seguirse entregando como hasta ahora lo había hecho, y deseando fervientemente encontrar siempre en el bolsillo de su mente la ingeniosa navajita que le permita liberarse de las cuerdas que le atan a su pasado, y que reprimian y aprisionaban su espontaneidad y le habían privado de la praxis del amor.

Finalmente, cuando se percató que la temporada de caza había terminado hace algunos años, y que el cargar el rifle era ya inutil, con todo y funda dejó que le hiciera compañía al dique que reposa en el fondo del lago desde que el marino Briens, junto con toda su tripulación, había naufragado allí. Permitío, sin culparse el mismo que su humanidad infranqueablemente soñadora le hiciera compañía al caminar casi 4 kilómetros, hasta llegar detrás de la montaña por donde el sol se asomaba siempre, y que ahora se escondía delicadamente entre ocres y nubes, haciendose uno con el firmamento que sedujo por completo el horizonte y la vegetación del paisaje, mientras los pajarillos trinaban, mientras que las hojas de los árboles iban jugando con las luces y sombras de su rostro cansado, pero rejuvenecido por dejar de ser un cazador.


"Querer a alguien es una hazaña: se necesita energía, generosidad, ceguera; hasta hay un momento, un principio mismo en que es preciso saltar un precipicio. Si uno reflexiona, no lo hará."
-Jean Paul Sartre