Monday, April 30

Yo, helio

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He
4.00

Soy volátil, ligero como hoja al viento. Soy liviano, me elevo y levito sin desearlo. Soy helio, vivo el cielo y siento el fuego. Incoloro, noble, inerte, Soy voz, soy tu canto, soy llanto y encanto. Soy un montón de partículas complacientes a tu antojo e insolencia. Soy ligero y volátil, etéreo, uno con el aire. Soy una bocanada que ha escapado para siempre de tus labios. No conozco de muelles ni anclas, ni puertos en las nubes ni en la arena: estoy varado en un rincón sublime de la inmensidad donde vuelo, sufro y en silencio río. Siento, lo siento...

Tuesday, April 24

Mas allá de tu rostro


 Son factores de índole subjetiva los que generalizan el uso de las máscaras, pero algo está claro y es inobjetable: Sirven y existen para recubrir la esencia, para ocultar cada milímetro de realidad tras la superficialidad fria del jade, el vaiven de las plumas con el aire, el brillo del oro o el suave encanto del terciopelo. Reprimen el resplandor vital que mana de las perlas incrustadas en tu rostro al congelar la expresividad con que palpita tu carne, tus pómulos, el contorno de tus párpados, el arco de tus cejas y el ceño, esté estirado o esté fruncido, y la pequeña cardinalidad de tu nariz. Dibujan artísticamente una jaula que encierra tras el silencio las lágrimas despeñándose por tus mejillas, tus ganas de callar y de gritar en el vacio de la soledad. Me impiden incluso llegar de frente y atacar tus labios sin piedad. Sin embargo, lo irónico es que no logran difuminar las cicatrices de debilidad, miedos y traumas en tu alma, floreciendo así tras de ellas lo más precioso que posees. Por eso me divierto pensando en la máscara que traerás puesta el día que logre encontrarte, caminando por ahí. Por eso las máscaras no resultan tan inconvenientes del todo: Juegan con mis delirios de descubrir emociones inexploradas y fundirme con ellas. Me arrastran como el mar a despojarte de ellas y de todo recubrimiento con la tinta que se derrama del tintero, con poesía y canto, con los pies, con un tapiz de estrellas, con la boca y la voz, con la respiración. ¿Puedes sentirlo? Hacerlo conlleva mis manos ansiosas en tu cuello y nuca, dejando expuesta al sol tu verdadera máscara, la inefable, la que no podrá quitarte nunca nadie...

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 À propos...

"Uno siempre responde con su vida entera a las preguntas más importantes. No importa lo que diga, no importa con que palabras y con qué argumentos trate de defenderse. Al final, al final de todo, uno responde a todas las preguntas con los hechos de su vida: a las preguntas que el mundo le ha hecho una y otra vez. Las preguntas son estas: ¿Quién eres? ¿Qué has querido de verdad? ¿Qué has sabido de verdad? ¿A qué has sido fiel o infiel? ¿Con que y con quien te has comportado con valentía o con cobardía? Estas con las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo: Eso no importa. Lo que si importa es que uno al final responde con su vida entera."

- Sándor Márai

Sunday, April 15

Obituario

Conozco a Ray Tapia, "Rayita", desde que (yo) era el inverbe consentido de la familia Vargas, un mimado y rechoncho chiquitín. Recuerdo sus Vans rotos y la sonriente calaca de los Misfits sonriendo sobre su pecho y barriga. Tambien recuerdo el tatuaje en su muñeca izquierda. Guardo imágenes suyas dispersas y entrecortadas, como esas viejas cintas cinematográficas que son puestas a girar despues de largo tiempo de haber estado polveadas y arrumbadas. Lo recuerdo de todos ánimos, sentado esperando paciente a Rossy en la banqueta, caminando de lado a lado de la calle como león enjaulado, o presumido y reluctante partiendo plaza en el barrio a bordo de su volcho color verde bandera (¿o era amarillo?). No puedo evitar la risa al recordar L a F i e s t a D e l S w i n g (así bautizó el Uni a ese memorable cumpleaños de Rossy, hace ya unos seis años). Antes que comenzara el barullo en el patio de mis abuelos, y que la colonia entera se congregara en torno a las chicas locas que se despojaban de sus ropas al ritmo del surf, él no podía ni asentir ni alzar la cabeza mientras yo intentaba balbucearle todas las tragedias que atormentaban mi corazón. De algo estoy seguro: nuestros breves encuentros habían sido siempre tan circunstanciales como bizarros. ¿Podría esperarse algo más de un par de sujetos tan "random"?

El otro día que me enteré que Jair se había pintado otra rayita a sí mismo, como el tigre, lo único reconfortante era saber que volvería a ver a Rayita despues de largo tiempo. -Ok, entonces le llevas una playera, una sudadera y una cobija,- me dijo mi prima con esa voz vacía - y te vas con él. Va a estar por tí a las tres y media. Allá los espero-. Tardó unos veinte minutos más de lo previsto, que bien aproveché jugando escondidillas con ese par de diablillas encantadoras que son Karla Misha y Kamila Nasstajsha, hasta que por fin sonó el claxon. Ahí estaba rayita manejando un Corsa guinda y dorado. Traía un par de adheribles de Reactor 105 y Monster en el anuncio de "LIBRE" y debajo del freno de mano. Se veía fresco, aun cuando confesó que llevaba más de 9 horas ruleteando. Tardamos media hora en llegar a la agencia 6 del MP en Gustavo A. Madero, pero tuve la sensación que no fueron ni dos segundos. Rayita se mostró reservado, pero consiso y bastante elocuente. En sus lapsos de silencio y escucha, se distinguía un dejo de nostalgia y frustración que conozco muy bien: ese timbre en la voz y un lángido brillar en los ojos que no pueden ser consecuencia más que de la obstinación y persistencia que captura los sentimientos de una persona que renuncia con pesar a algo o alguien, aunque su inconciente sepa que esa es la mejor decisión posible.

En el camino hablamos de lo recurrente, lo absurdo y lo corrupto. Nos reunimos con mi prima y, despues de dejar la ropa y la cobija en los separos, nos dirigimos los tres al Hospital General Dr. Ruben Leñero, que está justo en frente de la Escuela Superior de Medicina del IPN, en el casco de Santo Tomás. La conversación versó en torno al proceso reflexivo y psicoanalítico que mi prima viene haciendo desde hace años, y me sorprenderon con alegría sus avances y el convencimiento propio de que de que solo cobrando autoconciencia crítica denuestras ultradeterminaciones y del entorno que nos rodea, es posible disipar los fantasmas que nublan la mente y maltratan el corazón.

Entre tanto, el ambiente me iba resultando muy familiar. No intentaré describir en vano la placentera sensación de hermandad que sentí al caminar entre tantas batas blancas, cuando fuí a buscar un baño y luego a conseguir un encendedor, para abreviar la espera con la caja de Marlboro que se quedó en el asiento trasero. Mientras Rossy averigüaba el estado clínico de Deisy, esa chica que salió proyectada por la ventana de la puerta trasera derecha de la camioneta y perdió casi todos los dientes segundos antes de que se volcara la madrugada anterior, cuando "el tigre" venía conduciendo; permanecí con Rayita en el auto. Conversamos.

Confieso que desde antes del 20 de Marzo, con el espasmo de Alzheimer de mi papá esa mañana así como la sacudida de cabeza que me puso el temblor, he venido arrastrando una tendencia acusada a reflexionar sobre el carácter efímero de la vida y su infinitud, así como elaborando una crítica práctica al nihilismo y a toda perspectiva ideológica que menosprecie o confine el gozo y la posibilidad de disfrutar la vida a una sensación vacía en sí misma y sin propósito trascendental. Pues bien, en sus distintos planos de significancia relativa, la plática que sostuvimos esa tarde junto con los lamentables acontecimientos de Abril 12 y la inauguración del blog de Karina, no han dejado de taladrar mis pensamientos hasta verlos aquí plasmados.

Rayita me platicaba sobre una tarde calurosa y dificil. El tránsito era pesado y abundante, que decidió estacionarse sobre Apatlaco, a la altura de la Bodega Aurrera a descansar un poco. Una molesta punzada en la rodilla derecha le había convertido la mañana en un martirio. A lo lejos vió venir a un chico y una chica en sillas de ruedas. Un tercero ayudaba a la chica a empujar la silla, y cuando se percató del taxi, corrio a pedirle que le hiciera un viaje a la chica. A regañadientes y de mala gana aceptó. Ayudó a la chica a sentarse en el asiento del copiloto y despues de doblar la silla de ruedas, la guardó en la cajuela. -¿A donde te llevo?- le preguntó, y ella respondió - Voy a Naucalpan-, lo cual exacerbó su molestia y le provocó arrepentimiento. Durante el largo camino, su actitud cambió radicalmente mientras la chica le contaba la historia de la desgracia que le tiene atada de por vida a esa silla de ruedas.

Ella solía trabajar en un corporativo bancario. Ahí conoció a un chico que decidió organizar una noche de copas para celebrar su cumpleaños. Ambos, junto con otros tres compañeros de trabajo fueron a un bar, del cual salieron a las 3 de la mañana. Decidieron continuar con el festejo, y se dirigieron a La Marquesa. El cumpleañero, que manejaba en estado de ebriedad, perdió el control del automovil, que se volcó. El saldo fue de 3 pasajeros muertos, incluido el festejado. Para su buena o mala fortuna, ella sobrevivió. Fue hospitalizada, y ante la gravedad de las lesiones que había sufrido en la cadera, fue sedada y luego intervenida quirúrgicamente. El resultado de la cirugía fue un misterio, ya que cayó en coma por más de dos meses. Cuando los médicos solo pronósticaban su deceso, ella despertó milagrosamente. Se encontraba imposibilitada de mover la cadera y las extremidades inferiores de su cuerpo. Fue intervenida por segunda ocasión, conciente que el resultado podía ser la imposibilidad irreversible de caminar. Lamentablemente, los doctores le informaron que jamás podría volverse a sostener en pie. Fue trasladada a su casa, y cayó en depresión durante más de 9 meses. Intentó quitarse la vida dos veces, sin éxito. La primera ocasión fue sorprendida por su madre con una navaja de afeitar, y la segunda por su hermano intentándose cortar las venas del brazo izquierdo con un cuchillo de cocina.

Ahora está convencida que no es obra de la casualidad que, ni el accidente ni los intentos de suicidio lograron ponerle fin a su historia. Ahora, se acostumbra a andar en silla de ruedas, y a trasladarse por sí misma. Ese día que conoció a Rayita era el primero, despues de mucho tiempo, de no salir de su casa. Fue a buscar un trabajo, convencida que sigue entre nosotros por la sencilla razón que su vida tiene un propósito. ¿Cual es? Solo el que ella decida forjarse llevada por la voluntad y el deseo de existir.

Es triste que, siendo la vida humana tan corta y fragil, el tiempo pase y no logremos percatarnos de ello. Todo nuestro andar y sus causas se circunscriben a las mismas obstinaciones que solo traen amargura y desilusión a nuestro entorno, volviéndonos miserables e incapaces de disfrutar lo que disponemos en el presente por vivir enclaustrados en el pasado, o esperanzados en un futuro que quizá nunca llegue, cual entes errantes extirpados de toda curiosidad e iniciativa propia. Porque nunca nos movemos del asiento que tenemos asignado y nos limitamos a ser espectadores de un teatro que acontece ajeno a nuestro cuerpo, a nuestra mente y sensibilidad.

*****

La vida es un frenesí, una ilusión efímera, unos labios dulces tarareando los secretos de la historia, un cielo estrellado que se oculta con la luz sol, un puñado de arena y mar que se escurre entre los dedos, una llamarada ardiente... que ahí está, pero ¿por qué arde y cuando se extingue? Estas interrogantes son el motor, el origen de toda filosofía y toda fe, el equilibrio que seduce a la cuerda floja en la que caminamos día a día.

Pues bien, el nihilismo afirma que todo éste rodeo es absurdo y carece de sentido porque olvida, tal como en ocasiones lo hacemos nosotros, que la belleza radica en lo sencillo y lo humilde; que también podemos disfrutar de la desinteresada compañía que dan los amigos con la charla, el cariño familiar y el trabajo en equipo. Olvidamos sonreír al sentir el soplo del viento y la brisa en nuestro rostro, e incluso olvidamos que podemos aprender de los momentos difíciles, y de las experiencias ingratas y amargas. Olvidamos que existen el cielo, las estrellas y el mar, y que la luz es brillo en los ojos y fuego en el corazón... que los sueños son la verdadera arquitectura de la realidad.

Por razones que no alcanzamos a comprender, nuestros compañeros se nos han adelantado en el camino. No nos queda más que expresar nuestra solidaridad a sus familias, y rendirles el mejor tributo de todos: Dedicando a su memoria una ardua entrega en el trabajo diario, en aras de construir un porvenir mejor. Con ello, su legado vivirá por siempre.


POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU DE

Axel Humberto Escalona Islas
Blanca Hernández Hernández
Daniela Magdalena Bárcenas Flores
Gilberto Octavio Santiago Barrios
María Fernanda Alvarado Arroyo
Maestro Paulo Scheinvar Akcelrad

DESCANCEN EN PAZ