Tuesday, January 4

Bucanadas de gris humo, dulce bohemia

Podría ser que, de bote pronto, el solo hecho de ver realizados tantos objetivos tan vanos y superfluos (como el reconocimiento ajeno a nuestras aptitudes, capacidades de interacción social, dotes carnales, bíblicas virtudes, erudición intelectual y/o cualidades artísticas, etc.), pueda constituir, en sí mismo, el motor que pone en movimiento corazones y vidas enteras. Más aún, la ilusión de plenitud creada por las inevitables ínfulas posteriores al cumplimiento de tales empresas confinan a la insignificancia y al ostracismo la relevancia inherente a las inmensas laderas que aún esperan, cuesta arriba, por ser recorridas y, así, conducir a quien s lo proponga a un verdadero cenit espiritual.

Y es que, a reserva de la opinión de aquellas personas que entretienen sínicamente su débil espíritu con tales señuelos ideológicos y placebos de superación personal, al más puro estilo de El monje que vendió su Ferrari, el imperceptible tránsito a un encuentro permanente y continuo con el yo y con los dioses se puede solo conformar integrando los instantes que desbordan de energía emotiva el pecho y conviertien la languidez de la mirada en profundas e indescifrables lagunas por donde se asoma el cauce de las más cristalinas y espumosas corrientes que bajan como caudalosos rios por los peñascos de las mejillas, volviendo caliza la superficie del rostro y robusta la consistencia del alma. Lo sencillo sería, en dado caso, profesar sin pudor la inverosímil y paulatinamente desacreditada creencia que el ofuscado afán por el placer de lo perfecto es la única vía para que la vanidad y las imperiosas intenciones de volverse un ente inmaculado pueda materializarse, aunque sea en el imaginario de un par de fieles incrédulos. En consecuencia, el plantear a conciencia una alternativa que permita dejar de ser roido por esas derroidas emociones, y dar pie, mediante la discreción, la humildad y el trabajo, a un honroso círculo de dignidad, es, quizá, uno de las más importantes quiebres por acontecer en la diaria y continua transformación del destino y del espíritu de un ser humano.

¿Cual otra, si no esa, puede ser la personalidad de un empedernido y obstinado bohemio que se rehusa a corromper su capacidad de asombro, el más preciado de sus tesoros, a cambio de un par de monedas de conformismo pasajero y hueco? Su espíritu estará siempre, antes y despues de la muerte terrenal, dispuesto siempre a permitir ser trastocado por una continua fundación crítica, analítica y propositiva, profundamente emotiva y cargada de nostalgia, de recuerdos y anhelos en la penumbra del frio, de añoranza y al mismo tiempo de una insaciable sed de experiencias nuevas y desconocidas en las profundidades selva y al fondo del mar. Tal cual como se opone frontalmente el paradigma del cual se nutre el arte abstracto a la concreción abstracta y mercantilizada que ha tomado poseción de la pintura y la lírica en el naturalismo, e incluso de la fotografía moderna y de diversas técnicas cinematográficas, la exageración de las emociones y la capacidad de asombro se rehusan a ser dominadas por la superficialidad engorrosa y obligada de la frialdad mecanizada que penetra en los corazones que, por fuera, lucen marchitos, al tiempo que son corroidos por dentro. ¡Tan solo pregúntarselo a Degas!

¿No bastarían la mitad de estas ridículas e ingenuas razones para justificar toda una vida llena de momentos de calidad, así como de tropiezos y desencantos que, al final, solo consigan pintar una sonrisa en los arrugados y tersos labios de un anciano que, despues de haber cruzado el ancho mar en una balsa, ha decidido tocar con sus manos el fondo del más negro abismo para despues así volar sin fin por siempre jamás?


"Nada de lo humano me es ajeno"
-Terencio

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