Thursday, September 9

Papalote

A VOLAR


Ruido que suena cuando mi mente sueña, despertador de minutero implacable que, aunque pretendas coquetear con los segundos, solo consigues extender las horas y con ello el prolongado sentido de vacío inevitable que, ulteriormente, se extinge y se consume como vara de incienso o recipiente de cristal donde el agua y el aceite han dejado de coexistir al cabo que las canicas lucen opacas y las siluetas derriten su forma, los trazos se diluyen en una enorme mancha de café descafeinado y corrosiva luz de luna que absorbe la atención de mi pupila que no quiere dejar de juegar a como crear constelaciones de fuego y nidos de ave fénix en el umbral de un horizonte apaciblemente desconocido donde la brisa marina refresca y reseca mi rostro y tus piernas rasgadas pero firmes, que abren la marcha con las ínfulas kindergardeanas que solo un par de medias transparentes y uñas pintadas pueden hacerte creer que posees, o que alguna ocasión has casi alcanzado a tocar con tus propios dedos, y acariciado con tu rostro y tu pelo quebrado, cortado y vulnerado por las navajas sin afilar del tiempo que no miente ni siente ni mucho menos consiente ni presiente, solo enciende una nueva llama y sirve de aliciente y fuente interminable de cianuro en comprimidos y gotas de inocencia prejuiciosa esfuminadas por el sol de media tarde y las notas del reloj marcando una vez más el momento de abrir los ojos y emprender el vuelo con dirección a las tierras prometidas del sur ya que en este momento solo yo puedo dejar de ser yo y volverme un gigantesco papalote a ultranza, un dirigible arrastrado a la deriva del viento de la dimensión interplanetaria y caótica de la realidad que mis ojos y mis emociones han de contemplar de ahora hasta el instante en que mi vida tenga que terminar y, así una vez más, todo vuelva a comenzar...




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