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Los cubos de la lotería se precipitan desde el interior del bote aluminio, cuatro o cinco instantes de levedad sobre las nubes, pero la mujer sobre la trajinera no aparecío nunca. Aún así, el firmamento claro, los ojos bien abiertos, cautivos. La piel atenta a escuchar el trinar de las aves sureñas bajo la fresca sombra de árboles de amatista, que dan por finalizada y acojen la búsqueda incesante de un lugar para charlar y matar los minutos. Ignoro si haya sido capricho del estado del tiempo, o reacción natural, de cualquier forma el malestar, por fortuna, parece ser llevadero tratándose de espíritus trotamundos a escala. Todo asemeja a lo ficticio, la luna bien puesta en la bóveda vespertina resulta por momentos absurdamente abstracta, y en otros cuantos la concreción aletea sobre nuestras cabezas, tupidas de relatos y un anecdotario que implora por lo menos una hojeada... realidades perpendiculares, equidistantes, evidentes e inexploradas por lo largo y ancho de la curvatura del planeta: una extensa variedad de posibles eventos, probables todos, aguardando por ser invocados: infinidad de atardeceres por ser contemplados.
¿Ahora? Tan solo corre las persianas y abre las ventanas de todas las recámaras de la mansión: el devenir de un nuevo día esta aguardando por tu visita inadvertida. El plumero y los trapos húmedos no limpian solos las telarañas y el polvo... La honra que enoblece el espíritu de cientificidad merece prestar atención y admirar cada instante, todos y cada uno de los detalles: el timbre, el tono, la velocidad, la voz; los maxilares y labios, pómulos, frente y cejas; el paso y su extensión; los ciento cuarenta y ocho comentarios y las tres mil novecientas cuarenta y siete palabras utilizadas en ellos. Gira, gira. Como una botella de cristal verde que alberga un manuscrito antiguo, flotando en la perdición de los mares, o de forma mas precisa, valdría decir, un par de manos que se resisten a ser descifradas...
¿Ahora? Tan solo corre las persianas y abre las ventanas de todas las recámaras de la mansión: el devenir de un nuevo día esta aguardando por tu visita inadvertida. El plumero y los trapos húmedos no limpian solos las telarañas y el polvo... La honra que enoblece el espíritu de cientificidad merece prestar atención y admirar cada instante, todos y cada uno de los detalles: el timbre, el tono, la velocidad, la voz; los maxilares y labios, pómulos, frente y cejas; el paso y su extensión; los ciento cuarenta y ocho comentarios y las tres mil novecientas cuarenta y siete palabras utilizadas en ellos. Gira, gira. Como una botella de cristal verde que alberga un manuscrito antiguo, flotando en la perdición de los mares, o de forma mas precisa, valdría decir, un par de manos que se resisten a ser descifradas...
"Es en lo inefable, en lo metaliterario, donde habitan los hombres..."
-L. Tamaral
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