Monday, August 23

Por una vez en la vida

Disfruto el balancín, el sube y baja de la onda de larga duración. Al ruido de cascabeles y trompeta el ritmo se dispersa y la inédita ósmosis petrifica las palabras que manan, como torrente vertiginoso, una a una de la boca incrustada en mi rostro. Disfruto y repudio, mientras el bufón repugnante de la indecisión no deja de bromear con el inexpresivo payaso, que solo puede ser reconocido por su fulgurante pose: desmembrada e inconsistente. Se te ha corrido todo el maquillaje hasta los pies, tanto que ha manchado de rojo el vestido hecho bola en el suelo. La piel vulnerada, el espíritu intacto... ¿Como explicarlo? Tantos ojos, tan irritados y cansados del vacío, tanta gala y buena vida revestida de órganos parlantes y mentes tan abiertas que se han cerrado del pudor de las persianas de otras ventanas, entintadas e inmunes a la luz de la oscuridad. La duela fría y las escaleras gritan a tus plantas un mensaje incomprensible a tus ayeres, comparado solo con el ensordecedor aliento de tus manos que rechazan el contacto y viven del recuerdo. ¿Donde queda la memoria?

Intempestivamente, el dolor de cabeza teletransporta la charla a puertos de aguas taimadas y espesas, firmes en el revolotear de las olas de agosto. Te miro y me miras, el exceso mancha, no hay mas palabras... lo sé y lo sabes...

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