Si no existiera la lluvia, ¿Tendría algún sentido cargar el paraguas?
Mi cuerpo inerte, desnudo y cansado yace en la cama destendida. La habitación se encuentra casi sumida en las tinieblas y solo la resolana de la luminaria que está justo frente a mi ventana se logra colar entre las mugrosas cortinas y la pila de enciclopedias sobre la negra estantería, repleta de sobres y memorias membretadas que se difuminan poco a poco. Se que los silogismos que voy hilvanando de dos o tres en tres no me llevarán muy lejos, y a pesar de que me he empeñado en adivinar lo que has intentado hoy decirme a señas tengo que aceptar que son completamente idiomáticas.
...pero, ¿Y el parasol?
El fuerte impacto de un relámpago disipa el torbellino nebuloso en mi cabeza, al tiempo que irrumpe estruendosamente en la sordidez de mis pensamientos. Al momento todas las luces del vecindario y alrededores se han apagado, y ahora si me he quedado en penumbra. ¿Seguiría estando oscuro si no hubiera nadie que pudiera apreciarlo ahora? Mis sentidos se estremecen y una risa se me ha escapado al comprender lo insignificante de mi ser, la irrelevancia de las confusiones que me aquejan y, mas aún, lo profundamente ridículo de las repercusiones concretas que este fenómeno del juglar unidimensional; hombre arrodillado y amargamente redimido ante el caballero de la armadura de hojalata; ha traido, trae y traerá indefinidamente, en nombre del romanticismo, sobre esta construcción ideológica que abarca los espacios y los tiempos, que transtorna mi templanza y se perpetúa a mis costillas.
El fuerte impacto de un relámpago disipa el torbellino nebuloso en mi cabeza, al tiempo que irrumpe estruendosamente en la sordidez de mis pensamientos. Al momento todas las luces del vecindario y alrededores se han apagado, y ahora si me he quedado en penumbra. ¿Seguiría estando oscuro si no hubiera nadie que pudiera apreciarlo ahora? Mis sentidos se estremecen y una risa se me ha escapado al comprender lo insignificante de mi ser, la irrelevancia de las confusiones que me aquejan y, mas aún, lo profundamente ridículo de las repercusiones concretas que este fenómeno del juglar unidimensional; hombre arrodillado y amargamente redimido ante el caballero de la armadura de hojalata; ha traido, trae y traerá indefinidamente, en nombre del romanticismo, sobre esta construcción ideológica que abarca los espacios y los tiempos, que transtorna mi templanza y se perpetúa a mis costillas.
Si no lo hubiera, ¡nada se habría escrito aún!
¿Es que nadie puede darse el gusto de contemplar la cadencia de las gotas al precipitarse desde un punto incalculable del firmamento espacial hasta la objetividad material incrustada en el suelo terrestre, y limitarse a sonreir?
justo como el árbol que cae en el bosque olvidado...
No estoy seguro, y no me preocupa averigüar, si estoy viviendo un sueño muy real o me acerco a una realidad completamente soñadora. No ha parado de llover en este pedacito de esfera planetaria, y no pretendo cambiar mi entorno sustancialmente. El tic-tac solo me repica a modo de reclamo la insolencia con la que le dejo marcar tantos segundos en los que me he olvidado de vivir para mí, y recrimina redobladamente cada sesenta la retórica interminable de esta sinfonía...
así todo está de cabeza
"El ser humano es el único animal para el cual su existencia es un problema por resolver, un problema del cual no puede escapar."
-Erich Fromm
-Erich Fromm
Así es. El tiempo corre, se desvanece, y luego uno se pregunta si valen la pena nuestras intrincadas reflexiones. Sería maravilloso contemplar la lluvia como dices y luego simplemente sonreír con la dicha atrapada en los puños. Al final creo que es mejor escribir sobre el pasado en una reflexión productiva y también escribir con la ilusión de que las cosas pasen. Y vivir en una ilusión laberíntica que beneficie a uno y a otros y ¿por qué no?, darnos de topes de vez en cuando contra la pared. :)
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